Es típico que en clase la maestra comienza corregir la mala postura, por no contar o porque no te has aprendido la rutina. Y, a veces, son correcciones frecuentes a la misma persona. “¡Uf, me salvé!, decimos en nuestro interior. “No me regaña porque lo hago bien”, solemos pensar. Pero, ¿qué pasa cuando te toca a ti la corrección?
Proverbios 3:12Reina-Valera 1960 (RVR1960)
12 Porque Jehová al que ama castiga,
Como el padre al hijo a quien quiere.
Creo que a nadie le gusta que le llamen la atención en frente de otras personas y mucho menos que se repita más de dos veces. Puedo decirte que como alumna he recibido regaños, correcciones y llamadas de atención por distintos motivos.
Al principio, me ponía muy nerviosa, me entorpecía y mi mente se ponía en blanco. Una de mis equivocaciones era cuidar mi espacio y llevar el ritmo, eso me causaba muchos problemas. ¿A ti también?
¡Pero la buena noticia es que no siempre será así!
No siempre será así si tú te dispones a aprender de esas correcciones. Pero, mientras más te resistas a cambiar podrías detener tu crecimiento. Y esa actitud sería orgullo y soberbia.
Mejor atiende la corrección
Hay una evolución en nuestra formación, pues todo tiene un ciclo y un crecimiento en la parte técnica y en el carácter. Vamos a leer unos puntos de los beneficios de las correcciones:
- Las correcciones ayudan a detectar tus traspiés. Es mejor recibir un llamado de atención a cometer por mucho tiempo los mismos errores. “El hierro se afila con el hierro, y el hombre en el trato con el hombre”, Proverbios 27:17.
- Adiós a la soberbia. Mantén una actitud humilde para recibir las correcciones. “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes”, Santiago 4:6.
- Aprendes cosas nuevas. Siempre que escuchas un consejo y lo llevas a cabo te das la oportunidad de aprender algo nuevo y bendecir a esa persona que te enseñó con la palabra: “¡gracias!”. “Que su amabilidad sea evidente a todos. El Señor está cerca”, Filipenses 4:5.
¿Qué prefieres?
También puedo decirte que en algún momento te tocará hacer correcciones, pero quiero preguntarte: ¿Una persona que no acepta correcciones puede hacerlas?
Corregir no te da autoridad, sino atender primero las correcciones que te hacen. ¿Por qué? Porque todo tiene su tiempo. Hoy quizás seas alumna, mañana serás maestra. Y créeme, vas a recordar las correcciones de tu maestra como una gran bendición, pues entonces entenderás porqué su insistencia en que ensayes, en que aproveches tus clases y tu tiempo.
Hoy recuerdo a mis profesoras y doy gracias a Dios por sus correcciones, no siempre fue fácil entenderlas o aceptarlas, pero hoy puedo ver sus frutos y han sido de bendición.
Ya no temas ser corregida en clase, ¡mejor aprovecha!
Tu maestra puede ver la capacidad que tienes y por eso quiere hacerte crecer y no te estanques. Ahora dime, ¿qué prefieres: que corrijan a otra o a ti? Elige ser corregida para crecer en la parte técnica y en tu carácter. Dios siempre quiere hacernos crecer. “Porque el Señor disciplina a los que ama, como corrige un padre a su hijo querido”, Proverbios 3:12.
Por cierto, aunque seas maestra continúan las correcciones, ¡qué bueno!
Academia de Danza & Artes Creativas. 2016